¿Utilizamos
el ABP?
Algunos aspectos que deberíamos conocer antes de
aplicarlo en el aula.
El ABP
o Aprendizaje Basado en Proyectos (en inglés PBL, Project-based
learning) es una estrategia educativa cada vez más utilizada en el aula, basada
en el carácter constructivista que
todo proceso de enseñanza-aprendizaje debería fomentar.
Esta herramienta, actúa como una estrategia tanto
de enseñanza como de aprendizaje.
En el primer caso, el docente adquiere un papel
de guía, orientador o facilitador del proceso, dejando que el alumnado sea el
verdadero partícipe de su propio aprendizaje. Para ello, el docente debe
esforzarse en preparar y elaborar previamente una planificación y el desarrollo
de las actividades integradas en el proyecto, valorando cada una de las
competencias que se adquirirán durante el mismo. No es tarea fácil, pues
implica una gran dedicación por parte del/la profes@r para que el ABP resulte
lo más enriquecedor posible y alcance los objetivos y competencias iniciales.
Es imprescindible pensar en una nueva educación líquida (término acuñado por Z. Bauman (2005), en su obra “Los
retos de la educación en la modernidad líquida”), refiriéndose a un educación flexible, modificable o cambiante, y olvidarse de una
educación sólida, tradicional o memorística.
El alumnado, por otro lado, con esta estrategia adquiere
un aprendizaje especializado sobre
los contenidos del proyecto al que se deben comprometer. L@s alumn@s son
participantes activos, los protagonistas absolutos de su aprendizaje,
adquiriendo de forma silenciosa otros valores
y habilidades como el compromiso, la solidaridad, la cooperación y la colaboración,
la resolución de conflictos, el consenso de ideas o la responsabilidad.
Además, trabajarán competencias tan importantes como tales, autónomo y en equipo,
pensamiento crítico, la comunicación y el debate, innovación o el espíritu
emprendedor.
La flexibilidad, la curiosidad, la autonomía, el
emprendimiento, la creatividad, la tolerancia, la cooperación, la
responsabilidad, la transparencia y el entusiasmo son los valores que debemos
trabajar en la educación del siglo XXI,
tal y como apunta en su blog
el profesor y escritor Salvador Rodríguez Ojaos, todo ello con un objetivo
primordial, evitar el fracaso escolar y posible abandono escolar de nuestro
alumnado, y todo esto se consigue utilizando el ABP.
Este conjunto de ventajas hace de ésta una
herramienta muy útil y enriquecedora para todas las partes. Sin embargo,
existen algunas desventajas que deberíamos conocer como docentes antes de
aplicarlo en nuestra aula.
- No todos tenemos los conocimientos previos necesarios para asumir los contenidos más especializados, por lo que necesitaremos profundizar en ellos previo planteamiento del proyecto.
- Si queremos utilizar los medios tecnológicos o TIC en el proyecto, deberemos disponer de ellos y asegurarnos de que todo el alumnado va a poder trabajar en las tareas digitales propuestas. También, como docentes, deberemos ser competentes digitalmente y mediaticamente, lo que permitirá una mejor selección, análisis y creación de nueva información para aplicar al proyecto.
- Tendremos que asegurarnos de que los contenidos trabajados son comprensibles por nuestro alumnado en todo momento, por ello trabajar, mantener y mejorar la alfabetización científica y digital es imprescindible durante el aprendizaje.
- En muchos casos este tipo de aprendizaje profundo implica desaprender para re-aprender conceptos y contenidos que pueden resultar confusos para nuestro alumnado. Según Alvin Toffler, escritor, y doctor en letras estadounidense, “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y re-aprender”.
A pesar de que son varias las desventajas que ofrece esta estrategia educativa, son muchos más los beneficios que nos aporta, por ello, si nos implicamos y trabajamos estos aspectos negativos con esfuerzo, podremos cambiarlos y observar que todos pueden ser positivos y enriquecedores para todos.
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